La iglesia mudéjar de San Miguel Arcángel de Rágol
De conformidad con lo previsto en la bula emitida por
Inocencio VIII en 1486 y tras la conversión general de mudéjares iniciada en la Alpujarra el 5 de junio
de 1500, siendo Arzobispo de Granada fray Hernando de Talavera, la mezquita se
convirtió en la Parroquia
de nuestro pueblo, en el año 1501.
Aunque la erección parroquial de la Iglesia de Granada, a cuya
diócesis pertenecía nuestro pueblo, data del 15 de octubre de 1501, los
conflictos entre el Arzobispado granadino y los Duques de Maqueda retrasaron su
construcción que se inicia en el año 1530. Esta primera edificación fue quemada
por los moriscos en 1568.
Acabada la
Guerra de las Alpujarras y abatida la rebeldía morisca,
Felipe II firma en Aranjuez, el 24 de febrero de 1571, un decreto para
confiscar los bienes de los moriscos, su apeo y deslinde; y ordena la
repoblación del Reino de Granada, que en nuestro pueblo se produjo en 1576. En
aquel tiempo, Rágol era un lugar eclesiástico anejo a la Tahá de Alboluduy. Al frente
de los servicios religiosos estaba el sacerdote valenciano Mosén Cristóbal
Salvador.
En 1578, la iglesia seguía derribada y se decía misa
en un lado que quedó sin quemar. En 1593, Juan de la Trinidad , vicario de la Tahá , describe así su estado «descubierta,
hundida y sin puertas». Felipe II obligó al Duque de Maqueda reparar los
daños.
Tras la llegada de don Pedro de Castro y Quiñónez,
Arzobispo de Granada (1589-1610), y a partir de 1594, comienza la
reconstrucción.
En agosto de 1607, Landero de Francés, aserrador de
Alcolea, provee de madera al carpintero de Íllar, Alonso García, para que cubra
la iglesia. Por tanto, la reconstrucción tuvo lugar entre 1594 y 1607.
en la plaza del juego pelota, que corrió la misma
suerte el 19 de febrero de 1842.
A raíz de estos hechos, se edificó la que hoy existe en
unos terrenos propiedad de don José María Hernández, que fue Secretario del
Ayuntamiento. La pertenencia al Conde de Altamira y el traspaso de competencias
de la Junta de
Diezmos al Ministerio
de Gracia y Justicia contribuyó a retrasar el inicio
de las obras de restauración hasta el año 1861, fecha que aparece inscrita en
el papo de uno de los tirantes, junto a la inscripción del nombre. Gerónimo
Castro.
La reedificación fue proyectada por Antonio López
León y Lara, que sería sustituido en el cargo de arquitecto director por Fabio
Gago en 1859. El resultado fue con una armadura de lima rectangular con paños
decorativos en los extremos del almizate en el que sé reaprovechó la antigua
armadura mudéjar. Las obras concluyeron en 1868.
En 1871, el 4 de septiembre, una riada arrasó parte
del pueblo arrastrando un tramo de la parte posterior de la iglesia,
concretamente la esquina y la
Puerta de los Perdones. Para evitar daños mayores, años
después, se construyó un muro que redujo su superficie.
En 1922, se realizan importantes obras de
acondicionamiento y reparación de desperfectos. La guerra Civil causó pérdidas
irreparables, ya que nuestra iglesia fue expoliada de todos sus objetos
religiosos, de culto y parte de sus
archivos. Durante un tiempo se convirtió en almacén y
centro político.
El coste de esta destrucción fue muy importante, ya
que fuimos desposeídos del escaso, pero valioso, patrimonio histórico que
poseíamos. Ya no podremos venerar aquellas imágenes de Nuestro Padre Jesús; La Purísima
Concepción; El Niño Jesús de la Resurrección ; Santa
Filomena; La Virgen
del Rosario, San Miguel Arcángel; La
Virgen de los Dolores, San Antonio de Padua; Sagrado Corazón
de Jesús; San Juan de Mata; La
Virgen del Carmen; La Virgen de la Luz ; San Agapito Mártir; San José; La Cruz de plata para la
procesión del 3 de mayo; Lignum Crucis; La Virgen de Lourdes,….
Tampoco adornarán nuestro culto y las celebraciones
religiosos tantas y tantas casullas, ropa, ternos, colgaduras, ropas de
imágenes, objetos de plata, oro, metal y madera. Tampoco decorarán el entorno
los numerosos cuadros y litografías. Algunas e importantes referencias
históricas ya no podrán reflejarse debido a la destrucción
masiva de libros parroquiales, Libro de la Jábrica , Padrón
Parroquial, Memoria de Capellanías, de Hermandades y otros.
Tampoco podemos mostrar hoy a tantos fieles devotos
la pequeña arqueta de plata con restos de nuestro Santo Patrón, ni el
certificado de su autenticidad, ni los restos de San Calixto, ni la bula
declarando Patrón Canónico de nuestro pueblo a San Agapito Mártir,
(dichosamente recuperado de los Archivos Vaticanos y entregado oficialmente al
Archivo Parroquial en Agosto de 2010).
Afortunadamente alguna parte de este, ya disminuido,
Patrimonio volvió gracias a la colaboración de algunos vecinos que lo pusieron
a buen recaudo.
En 1939, la Iglesia es rehabilitada con la construcción del
Altar Mayor, los retablos de San Agapito y San Antonio, la compra de algunas
imágenes y adquisición de las campanas.
Eran años difíciles, pero la fe de Rágol lo venció
todo, y poco a poco, algunas cosas se han ido reponiendo.
Después, en nuestra iglesia se han llevado a cabo
varios trabajos de conservación, pero fue en 1970 cuando se realizó la mayor
restauración, necesaria pero desafortunada en su satisfactoria ejecución, ya
que fue suprimido el templete que acogía en su camerino la imagen de San Miguel
Arcángel, a la que está dedicada en la actualidad
nuestra Iglesia. Además, fueron derribados el Altar
Mayor, los retablos de San Agapito y San Antonio, el púlpito, la pila bautismal
y otros elementos ornamentales que daban mayor esplendor y belleza decorativa
al conjunto mudéjar del templo.
La generosidad sin medida de todos los ragoleños y
las ayudas de organismos públicos recibidas nos permiten contemplar hoy esta iglesia
parroquial restaurada de nuevo para vivir y sentir en ella con fervor tantos e
importantes acontecimientos religiosos.
Su reciente restauración se manifiesta en plenitud en
tejados y contorno. También dentro del templo han sido renovados el piso y las
paredes y descubiertas en sus encastrados y recios muros unas hornacinas, que
un día se dejaron atrás y, donde estuvieron colocadas imágenes devotas.
Por otros ventanales descubiertos recibimos una luz
nueva que en otra época iluminó la techumbre de madera y su armadura ricamente decorada
con el oscuro brillo que imprime el paso de los años.
Hoy, primorosamente reparada, contemplamos su
esplendor y espejea exhibiendo con detalle sus formas artísticas y decorativas.
Nuestra iglesia ha sobrevivido a vientos y mareas, y
ha sido la sencilla y participativa comunidad de Rágol, la que ha estado
presente en su evolución histórica y la que fielmente nos ha transmitido toda su
experiencia, renovación, cultura y donde por los siglos venimos ofreciendo
culto y veneración a nuestro Patrón San Agapito Mártir.
Hoy, bajo la protección de nuestro Santo Patrón
Parroquial, recordamos en un merecido homenaje a todos los párrocos que han
pasado a lo largo de su historia, agradeciéndoles todos sus desvelos y la gran
labor evangelizadora
llevada a cabo dejando su huella pastoral y/o
sacramental en esta Parroquia y, felicitando y agradeciendo a la Hermandad de San Antonio
por su perseverancia a través de los años.
Miguel Iborra Viciana
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